Sunday 6 de November de 2011, 18:22:17

Sólo hacía un par de años que practicábamos esquí de travesía y en la primavera de 2006 decidimos intentar el Mont Blanc. Iba a ser mi primera salida a los Alpes. Mi hermano ya había estado en Chamonix un verano veintitantos años atrás y ascendido el Mont Blanc.

A últimos de abril sólo encontramos un camping que abría justo el día que teníamos previsto llegar. Reservamos por teléfono para esa noche y urgando por internet, enviamos también una solicitud de reserva a una cadena francesa de apartamentos que, según su página web, estarían abiertos y casi salían mejor de precio que los campings.

Así es que tras un día de viaje en coche, nos plantamos un anochecer en el camping. Al día siguiente recogimos todo, pasamos por la Casa de la Montaña para mirar la Méteo, que daba un pronóstico excelente al menos para cinco días, y nos fuimos a buscar el edificio de apartamentos. Lo encontramos. Y estaba abierto. Y en recepción una chica cogió la hoja impresa con la reserva que le enseñé, la miró, nos miró, se encogió de hombros y nos dio la llave de un apartamento. Éramos los únicos habitantes de aquel edificio fantasma, en temporada ultrabaja. El apartamento estaba muy bien. Se veía el Mont Blanc con  todo el recorrido de la subida que queríamos realizar.

Estrenamos la cocina con una lata tamaño bidón de fabada, hicimos las mochilas, nos pusimos el arnés y ¡hala, a aclimatar subiendo a dormir al Col du Midi para hacer el Mont Blanc du Tacul al día siguiente! 

El teleférico estaba muy cerca del apartamento y para las dos de la tarde ya estábamos bajando por el caminito tallado que va de la estación superior a un colladito desde donde los esquiadores comienzan el descenso del Valle Blanco.

Aprovechamos la tarde subiendo la primer media ladera del Tacul, para ver cómo estaba la rimaya y los primeros séracs, por donde tendríamos que pasar de madrugada, todavía sin luz.

Montamos una tienda de dos en la que sólo cabía uno, cenamos y a dormir. Bueno a dormir... a esperar a que sonara el despertador, con una resaca en progresivo aumento que riete tú de las de mistela y Licor 43. Hacia las tres o las cuatro ya se empezó a ver movimiento de gente saliendo del Refugio des Cosmiques y tras meternos a la fuerza unas galletas y el Cola Cao, tiramos para arriba.

Hicimos prácticamente toda la subida de noche y con los esquís a la espalda.

En el collado entre el Mont Maudit y el Tacul dejamos los esquís. Alguien se debió de caer en la ruta de los 4.000, porque por alli rondaba el helicóptero. Potente cicatriz de un avalanchón en la imagen.

Pasamos por la salida del corredor Gervasutti. Por la tarde, cuando bajábamos el Valle Blanco vimos gente descendiéndolo en esquís. Pues visto desde arriba, no apetece nada de nada ¡Menudo patio!

Bajamos un poquito esquiando, pero la dura realidad del esquí de montaña nos puso muy pronto en nuestro sitio; el viento de la noche había acumulado nieve en algunos sitios y pelado otros, estaba muy tieso, había grietas, algo de patio por la izquierda hacia el glaciar de Bossons... ¡Y me picaba el jersey!

Comimos, recogimos y con una mochila armario a la espalda (tienda, saco, esterilla, infiernillo, crampones, material...) y bastante desconfianza en nuestras capacidades tiramos para abajo todo el Valle Blanco hasta el trenecito de Montenvers.

Fuimos bordeando y dejando a la espalda la cara N.E. del Mont Blanc du Tacul, con el Corredor Gervasutti a la vista.

En el descenso, muchos esquiadores. La huella hecha facilitaba el localizar las grietas y los puentes. Algo debió pasar aquí también porque allí estaba de nuevo el helicópero.

Una gozada de descenso, paseando por la Mer de Glace, con las Grandes Jorasses a la espalda. 

Como la Méteo seguía dando bueno para varios días, el tercer día lo pasamos descansando. El cuarto, de nuevo para arriba, esta vez al Mont Blanc por la ruta de Grands Mullets.

Bordeamos la base de la Aguja del Midí, camino de la Jonction y su caos de grietas.

Que estaban tapadas casi en su totalidad y todo cubierto de huellas de esquís.

Llegamos al refugio de Grands Mullets y a su mini ferrata que le da acceso.

Estaríamos unas 70 personas que salimos todos a la vez de madrugada, casi todos con esquís. Los guardas nos dijeron que estaban cayendo avalanchas de los seracs del Dôme du Gouter que dominan la ruta y que era mejor subir más directamente por una arista con los esquís a la espalda.

Llegamos  al Col du Gouter al amanecer y en el refugio-vivac Vallot dejamos los esquís. 

Por la arista de les Bosses, con el Grand Plateau, por donde pasaríamos en el descenso y el valle de Chamonix detrás.

Cerca de la cumbre.

En la cumbre. Vistas magníficas. Sin viento.Un día magnífico.

Y para abajo.

Volvimos a pasar por Grands Mullets, con la Aguja del Midi detrás.

Al día siguiente, el tiempo cambió. La cumbre del Monta Blanc aparecía cubierta. Tuvimos mucha suerte. 

FIN

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